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En la III Jornada de Innovación en Gestión y Tecnología, organizada por el Instituto Continental, la directora del Centro de Emprendimiento Continental Tula Mendoza  explicó que la innovación parte de ideas que permiten desarrollar nuevos productos, procesos y estructuras orgánicas de las empresas.

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Según Mendoza el impulso de la innovación por parte del gobierno debe efectuarse mediante políticas públicas, precisamente Costa Rica ha creado un Ministerio de Innovación, apareciendo así en el puesto uno a nivel regional del ranking de The Global Innovation Index del 2013. Perú, en cambio, se encuentra en el puesto 69 a nivel mundial y 9 en América Latina. Junín tiene un gran número de emprendimientos en servicio o comercio, en su mayoría ideas de negocios referentes a alimentos, y carece de innovaciones en aplicaciones de internet o inventos.

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Desarrollar imaginación y creatividad es el primer paso para avanzar, teniendo como referentes a Suiza, Suecia, Reino Unido, Holanda o Estados Unidos, países top en innovación. Sin embargo el verdadero reto será llevar a cabo la propuesta, de lo contrario de nada habrá servido. «No podemos desarrollar nuestra imaginación si estamos quietos, tenemos que despertar y estar alerta», afirmó la expositora.

Las innovaciones permiten que el cliente tenga más opciones para elegir y crear más ingresos para la empresa, de lo contrario, esta emplearía sus recursos en modificar sus precios siguiendo a sus competidores y no en generar ganancias o utilidades. El mapa de empatía, es una herramienta que persigue este fin, pues analiza aspectos personales del cliente, lo que este ve, oye y siente, cómo actúa, lo que le preocupa y lo que quiere lograr en la vida, contribuyendo en realizar ajustes a la propuesta de valor, mencionó Mendoza.

Según la expositora, la innovación presenta problemas operativos por las creencias de que es una actividad costosa que toma mucho tiempo y requiere muchos recursos, incluso que esta debiera ser una preocupación solo de las grandes empresas, gobiernos o jefes y no de los trabajadores. La innovación compete a todos, más aún a los estudiantes, e implica una capacidad de decisión que va más allá de cambiar el color de un producto, concluyó.